Continúa mi diario de "Mi aventura en Marrakech". Hoy para hablarte del motivo de mi viaje, y es que justamente hoy hace una semana estaba corriendo la carrera de la Mujer.
Con mi amiga Susana llevamos un par de años corriendo varias, con un propósito muy concreto y compartiendo toda la magia que rodea a estas carreras, así que cuando vimos la oportunidad de viajar a Marrakech para correrla no nos lo pensamos ni un segundo. Únicamente iban 42 mujeres desde España y rápidamente reservamos nuestra plaza.
El día de antes me acosté nerviosa, como si llegasen los Reyes Magos, y ese día me desperté media hora antes de que sonase el despertador. A priori era una carrera sencilla, no era una gran distancia pero tenía un gran valor. Me había enfrentado a retos mucho más exigentes pero estábamos en un país como Marruecos para correr la Carrera de la Mujer, con todo lo que ello conlleva.
En general en el grupo había muchas ganas pero también mucha expectación ya que no sabíamos bien que esperar. Nos habían advertido que no esperásemos la gran organización a la que estamos acostumbradas cuando te pones un dorsal, y no nos garantizaban con mucha seguridad que hubiese avituallamiento.
Pero tras una "gran fiesta" antes de salir, a las 8:30h sonó el pistoletazo de salida de una de las carreras más especiales que he corrido hasta la fecha.
Con un calor que no esperaba, y me hizo sufrir, un avituallamiento dos kilómetros más tarde de lo programado, sin señalización de kilómetros y con zonas en las que la carretera estaba sin cortar e ibas corriendo mientras te adelantaba una moto y de repente un grupo de turistas se preguntaba que quizás había una carrera, llegué a la meta con una emoción que no olvidaré jamás.
Ocho kilómetros rodeando una Medina cuya muralla se levantaba orgullosa. Ocho kilómetros en los cuales atravesamos una rotonda llena de hombres pitando en sus coches y motos mientras la polícia daba paso a esas mujeres que estábamos tomando las calles. 35000 mujeres tomamos las calles en la última carrera de la mujer en Madrid, 500 lo hicimos en Marrakech, no tengo grabado ese momento más que en mis recuerdos y solo de pensar en él se me pone la piel de gallina.
Ocho kilómetros también que nos llevaron por lo más profundo de la ciudad. Esa que es pobreza y mujeres con sus burkas, sentadas en las calles. Solas e invisibles. Esas imágenes también se han quedado en mi memoria para siempre. Imágenes difíciles de procesar que hayan hecho que vuelva con un sabor agridulce pero sintiendo que por primera vez he corrido por TODAS.
Una experiencia indescriptible y una gratitud inmensa con la vida por haberme permitido vivirla.