El 10 de Abril amaneció tal y como se esperaba; entre nubes y claros con una previsión de temperatura mínima de 11ºC y máxima de 20ºC.
Eran las 7 de la mañana cuando sonaba el despertador, yo ya llevaba un rato despierta y me había despertado varias veces durante la noche por ese "a ver si nos quedaremos dormidos". Pero había descansado.
Desayunamos los cuatro en la cocina de aquél apartamento que alquilamos para la ocasión. Habíamos hecho la compra el día de antes y parecía que estábamos como en casa. Entre nervios y risas a las casi 8:15h estábamos dirigiéndonos a la línea de salida. ¡Qué poca gente, exclamamos, vamos casi a correr solos!
Las fotos de rigor apurando el tiempo al máximo de entregar la bolsa al guardarropa. Me encuentro con una chica, Ana, se fija en mi dorsal y me pregunta si voy a correr la Maratón, le digo que sí, me cuenta que ella el año pasado también se estrenó en esa distancia precisamente en Mallorca y me aconseja que la disfrute todo lo que pueda.
Nos vamos a nuestros cajones correspondientes, nos abrazamos y besamos, ya que yo y mi liebre personal nos dirigíamos a por los 42k y nuestros amigos a por sus primeros 21k. Y mientras estoy escuchando atenta no me lo espero y oigo, 4,3, 2, 1, ¡yaaaa! pistoletazo de salida y una lluvia de pétalos rosas mientras cruzamos la línea. Mi reacción inicial fue: "ai Dios que ya estamos" mientras me llevaba las manos a la cara.
Primeros 10k de calentamiento, "Tito's, mira a esta discoteca vinimos para la despedida de Ana"; ¿has visto que yate?; ¡Qué pasada la Catedral eh?". Cuando en el km 15 empiezo a ser realmente consciente de lo que me espera: "esto va a ser duro" le digo a mi persona favorita. "¿Estás cómoda en este ritmo? Encuentra tu ritmo y sigamos con él hasta el final"
Km 22, "venga todavía queda la mitad"; mi persona favorita me responde: "bueno, ya llevamos la mitad".
Cuatro horas y media en las que tuve tiempo de todo: de pensar en el blog, en mi familia, en nosotros, en Mallorca...
Los cruces con nuestros amigos eran la bomba, ¡nos animábamos y gritábamos dándonos unos buenos chutes de energía!
En el km 26 me planteé que quizás me había pasado proponiéndome ese reto, que no lo iba a conseguir. Me dije a mi misma que haberlo intentado ya era un triunfo y que no pasaba nada sino llegaba hasta el final. En el km 30 directamente le dije a mi persona favorita (para él era su cuarta maratón) que no podía más, ¡¡pero si estoy agotada y todavía me quedan 12km!! (me lo habían avisado, incluido mi traumatólogo una semana antes me dijo: a partir del km30 todo es sufrir; bueno no será para tanto pensé yo, si la has preparado bien. Y sobre todo entendí muchos momentos de mi entrenamiento y por qué eran necesarios). Mi persona favorita me tendió su mano, control de respiración y cuando recuperé el ritmo y la tranqulidad me dejó seguir sola; Un gel, plátano y a tope de hidratación; ¿mejor? Sí, venga!
¡Ánimo Inma! Me gritan desde en frente! Doy las gracias, a ella y a toda la gente que va animándote a lo largo del recorrido. Esa chica tiene que conocerte, ¡pues no sé! No veo de lejos! (nota mental- coger cita para el oftalmólogo en cuanto vuelva)
Últimos 12kilómetros en los que controlar la mente y la concentración fue lo más difícil de todo, mis piernas seguían pero mi cabeza sólo quería parar. Tengo que llamar a mi madre y decirle que lo he conseguido, pensaba.
Me volví a encontrar con esa Ana del principio, ánimo chicas (por si alguien no lo sabe, la maratón era femenina y los hombres se apuntaban de acompañantes), ¡venga!
Km 39, ahí ya fue cuando me dije a mi misma: ¡Inma, ya lo tienes estás a dos kilómetros de terminar una maratón! Y vuelvo a encontrarme con la misma chica, ¡Vamos Inma!
Nos adentramos en el meollo, música, los voluntarios de la organización indicándonos la dirección a meta al ritmo de aplausos y "muy bien, muchísimas felicidades"; últimos 200metros, nuestros amigos ya habían, obviamente, llegado y móvil en mano, grabando nuestra llegada,corren junto a nosotros hasta el final: "Grande Inma, maratón completada". Cruzo la meta, os prometo que en una nube, me abrazo fuerte a mi persona favorita, le doy las gracias, me entregan un par de margaritas rojas y una pulsera preciosa de recuerdo de ese GRAN día.
Desde lo alto la misma chica, ¡Felicidades Inma! ¿nos conocemos? ¡Pero si soy María, llevo toda la carrera animándote! María, una chica con la que coincidí hace más de diez años en un curso de verano en Irlanda, ¡es increíble las sorpresas que te da la vida!
Mi amiga Eva me abraza con lágrimas en los ojos, ¡has terminado una maratón, ¿eres consciente?! No lo era, hasta que llamé a mi madre, escuché su voz y arranqué a llorar.
La experiencia de un maratón hay que vivirla desde dentro. Yo obviamente la viví con mucha emoción y fue un reto personal que quería conseguir. En mi caso, también sufrí más de lo esperado y sí, pasé por un cardiólogo y llevé un entrenamiento y compromiso personal y social muy exhaustivo. A día de hoy no creo que vuelva a pasar por ello; eso sí, lo conseguido es algo que ya nunca nadie podrá quitarme. Da igual la distancia y el tipo de reto, que obviamente no tiene por qué ser deportivo; lo que importa es ser valientes para comprometernos con algo y luchar por ello. Si algo me demuestra esta experiencia y este relato es que ¡nunca debemos subestimar nuestras capacidades; ni dejar de luchar por nuestros sueños; y mucho menos permitir que nadie nos diga que no lo podemos hacer. También he entendido a la perfección esa frase de que "un maratón es como la vida" donde no siempre llueve purpurina pero superar las adversidades nos hace fuertes, rodearte de gente que te quiera de verdad y confíe en ti es fundamental y sobre todo que las mejores cosas requieren un esfuerzo que siempre se ve recompensado.
Sigo pensando que la mejor distancia como amante del running son los 21k; para mi es esa distancia perfecta, y por sino lo has visto te dejo con mi último vídeo, ¡Media Maratón de Barcelona! ¡No te olvides de suscribirte a mi canal!