Esta semana pasada estuve en BerlÃn. Lo cierto es que mi hermana tenÃa que ir por trabajo y me lió, aunque también es verdad que necesito poco para dejarme liar. El plan era guay, una semana en BerlÃn las dos mano a mano, una ciudad que ambas conocÃamos y amábamos.
Pero la realidad fue diferente, ella tuvo una agenda muchÃsimo más completa de lo que se esperaba, asà que este viaje terminó siendo para mi mi primer viaje en solitario.
Siempre habÃa admirado a esas amigas que se cogÃan un avión a cualquier lugar del mundo ellas solas, sólo porque habÃan encontrado una oferta y no iban a dejar pasar la oportunidad. Y a esas amigas que suben el nivel como Erika o RocÃo que se han recorrido solas con su mochila el sudeste Asiático. Mis experiencias viajando sola no superaban el de aquél momento Erasmus que todos sabemos que no cuenta. Porque lo que se dice sola, de verdad, dura poco más que el momento vuelo.
Asà que un tanto saturada del mundo redes sociales, como últimamente estoy, se me antojó la mejor oportunidad que la vida me podÃa regalar en un momento como este. Hice un repaso de esas galerÃas de arte que me gustarÃa visitar, metà en la maleta ropa sin ton ni son y añadà una libreta en blanco, pinturas y Orgullo y Prejuicio que siempre es una buena opción.
Con todo esto y las ganas absolutas de dejarme llevar puse rumbo a mi pequeña revolución personal. Lo improvisé todo, absolutamente todo y ha sido una gran experiencia. Nunca habÃa viajado antes sola porque la verdad que no se habÃa dado la oportunidad y yo no me lo habÃa planteado a conciencia; aunque ahora que estoy de vuelta creo que esto es necesario de vez en cuando. Igual que dedicamos tiempo a nuestra pareja, a nuestras amigas, a nuestra familia, ¿cuánto tiempo nos dedicamos a nosotras? Pero tiempo real y de calidad. Yo espero no tardar mucho en volver a viajar sola, y si me estás leyendo y dudas te lo recomiendo plenamente.
Yo y mi ritmo, mi ritmo y yo. Descubrà momentos maravillosos en los que sentarme a escribir y a leer sin prisa. Sin prisa y sin móvil. Me senté en parques con la única afición que observar a la gente pasar. Con mi música y sin móvil. Disfruté de todas las exposiciones que quise y cuándo quise. Me senté refugiada de la lluvia a dibujar sin importarme que aquella tormenta bien parecÃa el mismo fin del mundo. Me centré en mi sin ese ruido exterior que a veces contamina. Aprendà a ver que entraban e-mails y a no leerlos ya que para el trabajo me habÃa reservado unas horas cada tarde. Me dejé llevar. Me reà sola recordando momentos mientras me tomaba una cerveza al sol. Me perdoné por algunas cosas y también perdoné. Pedà fotos sin vergüenza a gente que no conocÃa. Reorganicé ideas, me dejé inspirar y tomé perspectiva.
No esperaba nada de este viaje y quizás por eso este viaje me regaló tanto.
Digo que ha sido un regalo para el alma. Y también para Mi Vida en Rojo. Porque allÃ, de repente, en medio de mi pequeña revolución personal, sin esperarlo, el trabajo fluyó. Y conocà a MarÃa que me transmitió tanta energÃa que fue como una recarga extra de baterÃa. Y visité varios showrooms y me encontré a mi misma en BerlÃn, sola, y hablando a un grupo de mujeres emprendedoras sobre mis Besos Rojos por Doquier.
Sólo me queda darle gracias a la vida por darme la oportunidad de sumar una experiencia más.
¡Y a vosotras y vosotros por estar siempre aquÃ!
Nos vemos como siempre, con mucho más, en las redes sociales,
Besos rojos por doquier,
INMA.
Be happy (and fashion) my friend.