Antes de Navidad nos escapamos a París. Era mi regalo de cumpleaños y cinco meses después (y contra todo pronóstico, como últimamente sucede) pudimos disfrutarlo. Todo esto si me sigues en instagram: @mividaenrojo ya lo sabrás y posiblemente algo hayas visto de mis historias o vídeos. Pero, hay tantas cosas que me apetece compartir que como siempre instagram se queda pequeñito y por aquí puedo tener la oportunidad de no olvidarme nada o casi nada.
Hacía mucho que ni mi persona favorita ni yo regresábamos a París, y cuando lo hicimos éramos casi unos adolescentes, por lo que volver a ella con mirada adulta ha sido como hacerlo por primera vez.
El alojamiento fue un gran acierto, por eso me apetecía mucho dedicarle un único post. Teníamos claro que queríamos alojarnos por el barrio Latino y la decisión no pudo ser más acertada.
Tan cerca y a la vez tan lejos de todo, a ton solo quince minutos andando de Notre Dame, a cinco del Jardín de Luxemburgo, con vistas al Panteón y al lado de la Boulangerie y el Restaurante de Gabriel en Emily en París (esto como cursiosidad, nos los encontramos sin saberlo y nos echamos unas risas al ver ese baile de nombres de ficción a realidad).
Para mi es el barrio perfecto porque hay movimiento, sitios preciosos y te permite ir andando a prácticamente todos los sitios (sí, aunque eso sea andar mucho. Ten por cuenta que nosotros en cuatro días solo cogimos el metro dos veces y una fue para ir a Disneyland) para poder conocer a fondo la ciudad.