Digo que fui consciente esta semana porque mientras organizaba todos estos posts con muchísimas novedades y marcas que me apetece compartir quedé a comer con una amiga que me dijo “tía, pero si no te había visto nunca con gafas” . “¿Cómo va a ser eso posible si hace quince años que las llevo? y ese fue el detonante por el que decidí  que el próximo post de cuidado personal iba a ser sobre la vista. 

Antes de arrancarme reutilizo fotos que compartí por aquí en su día para que veas que efectivamente mi amiga me ha prestado poca atención a lo largo de estos años. 

Y ahora sí, ahora que me arranco quiero hablar sobre dos cosas que parecen muy obvias pero que mi experiencia me ha demostrado que no lo son: dónde graduare la vista y qué gafas escoger.

En una revisión rutinaria, como te digo hace aproximadamente quince años, fue cuando me colgaron la etiqueta de miope. Recuerdo perfectamente mis primeras gafas (que por si tenías alguna duda eran rojas y de Chanel) y lo que me costó hacerme a ellas. 

Pero eso no es todo, porque no fue hasta una revisión posterior (me había mudado y fue en una ciudad diferente y con una especialista diferente) en la que me dijeron que no necesitaba gafas. Así como lo lees. Me dijeron que todo ese tiempo que había llevado gafas no las necesitaba y eso había perjudicado mi vista. ¿La solución? Que fuese por la vida siendo miope, que es lo que realmente soy, sin gafas ni lentillas. Y como bien habrás adivinado aquí viene mi primera reflexión: escoger bien donde graduarse la vista. Yo a día de hoy que estoy escribiendo aquello que viví todavía no doy crédito que pudiese suceder y por si tienes curiosidad por cómo acabó aquella historia fue buscando una segunda opinión que confirmó algo que yo ya sabía: era (y soy) miope. 

Respecto al segundo tema que quiero tocar según mi experiencia es sobre qué gafas escoger. Como te digo mis primeras gafas fueron unas rojas de Chanel maravillosas que me costaron una pasta y que siguen perfectas quince años después. Siguen perfectas, podría simplemente cambiar cristales pero ni mi cara es la misma ni mi estilo y las tendencias tampoco, para qué nos vamos a engañar, están un poco pasadas. ¡Qué digo un poco! Estás pasadísimas. En definitiva, que me gasté una pasta fantástica en unas gafas, que no digo yo que me arrepienta, pero que ahora con veinte añitos más sé que no merece la pena. Y si te estás preguntando qué gafas comprar yo te aconsejaría una de las múltiples ópticas que hay hoy en día como por ejemplo miller&marc. Son precios mucho más asequibles, de una calidad artesanal y lo que más me gusta es que tienen una serie de modelos clásicos que es complicado que se te vayan a pasar de moda y que en definitiva, podría ser eso que me gusta denominar como una compra inteligente.

Cuéntame, ¿tú también llevas gafas? ¿tienes alguna anécdota para compartir?

GRACIAS por todos tus comentario y visitas.

Nos vemos, como siempre, con mucho más en las redes sociales,

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Besos rojos por doquier,

INMA.

Be happy (and fashion) my friend.