Costa Oeste Día 4: Carretera de la Costa del Pacífico
Después de tres días en Los Ángeles (recuerda aquí el post de los días 1y2; y aquí el del tercer día), empezaba, ahora sí, nuestro verdadero y auténtico road trip.
Nos esperaba por delante una larga larguísima carretera por la Costa del Pacífico, la conocida ruta 1,llamada así ya que la carretera que la recorre es la 1. Y nuestra intención era llegar a hacer noche en Monterey. Este día, también, aparecieron los primeros imprevistos y cambio de planes. Empezábamos nuestra ruta por carretera, ¡por todo lo alto!
Decidimos empezar la ruta en Malibú. Así que la primera parada del día fue en la playa Zuma para tomar un café, en su lugar servidora un frapuccino de fresa, y conocer el muelle y la famosa casa Adamson; una casa de estilo neoespañol; con ella empezaban muchísimas referencias culturales hacía nuestro país. Malibú no necesita de muchas horas, con un parada rápida es suficiente para dejarte cautivar por las olas y su cultura del surf, por su slow life y por sus maravillosos rayos de sol.
Nuestra siguiente parada fue Santa Bárbara. Un pueblo que me cautivó especialmente y al que en una próxima visita me gustaría dedicarle un día o dos y quedarme en ella a dormir.
Hace unos años leí el libro de Misión Olvido, de María Dueñas (si no lo has leído te lo recomiendo), es un libro ficticio con historia real, concretamente trata sobre las misiones franciscanas en la California del siglo XIX. El libro transcurre en Santa Catalina. Te cuento esto como anécdota, porque en Santa Bárbara empecé a recordar la historia y a interesarme más por toda la historia española que había en esas tierras.
De hecho, en casi todos los pueblos de esta zona es posible visitar las Missiones.
En Santa Bárbara disfrutamos nuevamente del muelle y su puerto fue uno de mis favoritos. Dicen de ella que es la Riviera Californiana y es cierto que sus edificios, sus maravillosas tiendas de ropa y las montañas de Ynez rodeándola, hacen de ella un lugar realmente especial.
Nos hubiese gustado quedarnos en ella a comer pero no teníamos nada de hambre y debíamos seguir con nuestra ruta, así que fue allí donde, por si acaso, cargamos el coche de comida, ¡e hicimos bien!
Nos desvíamos unos kilómetros hacía el interior para nuestra siguiente parada: Solvang, el encantador pueblo danés. Me pareció una joya entre tanto sueño americano. Un lugar de cuento.
Ya nos había entrado hambre, así que improvisamos un picnic en el parque de Hans Christian Andersen, para continuar tomándonos un vino en uno de sus numeros encantadores establecimientos. Estábamos rodeados de viñedos de Ynez y no nos podíamos ir sin probar los vinos de la zona.
Dejamos sitio para el postre, por supuesto, y probar uno de sus maravillosos postres daneses. Desde luego, quien dijo que el mejor regalo viene en una caja pequeña refiriéndose a un diamante, ¡no sabía de lo que hablaba!
El reloj marcaba ya las cinco de la tarde, era momento de ponerse de nuevo en ruta y retomar la carretera por la Costa del Pacífico para ver atardecer en el Big Sur.
Y allí, en pleno Big Sur la primera GRAN sorpresa de la ruta, ¡nunca mejor dicho! Carretera cortada por desprendimiento de piedras, ¡estábamos ya casi en Monterey! Así que, parada en la única gasolinera que nos encontramos entre los acantilados (dónde la pagamos cara y parecía que estábamos en una verdadera película de la cual éramos los únicos protagonistas) y vuelta hacía atrás para volver a recorrer lo ya recorrido, esta vez por el interior.
Y de este modo, como no hay mal que por bien no venga, disfrutamos de ese trozo del Big Sur de subida y de bajada. Mientras subíamos yo le decía a mi persona favorita: ¿cómo deben ser las vistas viniendo desde San Francisco? Minutos después yo misma tuve la respuesta: ¡increíbles!
Y lo mejor estaba por llegar, de vuelta decidimos hacer una parada en San Simeón para disfrutar de la puesta de sol. Total, ahora sí que nos iban a tocar hacer kilómetros de noche, sí o sí, por un poco más nos daba igual.
Decidimos parar en la zona de piedras blancas, junto al faro y allí estaban ellos: una inmensa familia de elefantes marinos que nos dejaron sin palabras y nos hicieron olvidar de repente la carretera cortada y los kilómetros que nos quedaban por hacer.
Por cierto, a la altura de San Simeón se encuentra el famoso Castillo Hearst que nosotros nos conformamos con ver desde la carretera.
Y de este modo, a las 23.30h de la noche como Bonnie and Clyde llegábamos a Monterey, donde dormimos en nuestro primer motel de carretera: el Casa Verde Inn, mejor de lo esperado, la verdad. Un motel en el que puedes alojarte con total tranquilidad y recomendación. Lo encontramos a través de Booking y te dejo 15€ de descuento para el alojamiento de tu próximo viaje, sea dónde sea.
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GRACIAS por todos tus comentarios y visitas.
Nos vemos, como siempre, con mucho más en las redes sociales,
Besos rojos por doquier,
INMA.
Be happy (and fashion) my friend.
6 letras rojas
Hola Inma, muy buenas tardes.
ResponderEliminarTiene que ser maravilloso poder estar ahí, las fotos te evocan poder visitarlo ya.
Me encantó el post y tú fantástica siempre. Un besazo
https://www.meryofthestyle.com/
the place looks amazing!
ResponderEliminarxoxo
style frontier
Your trip looks like so much fun!
ResponderEliminarCómo me gustan estos post
ResponderEliminarBss
http://www.blackdressinspiration.com
Qué viajazooooooo!!!!! :-)
ResponderEliminarwww.kikabibi.blogspot.com
Que recuerdos! Malibú, Santa Barbara y Solvang, fue de lo que más disfrutamos. Me muero de ganas por volver! Unas fotos super chulas :)
ResponderEliminar¡Muchísimas gracias por estas letras rojas!